Es, seguramente, el mayor tesoro que posee la Biblioteca Nacional, el manuscrito con la signatura VITR/7/17. Se trata, cómo no, del códice único del Cantar del Cid, o Códice de Vivar, la obra cumbre de la épica medieval peninsular. El único que se conserva, casi por completo, de los escasos poemas épicos que han llegado hasta nosotros.
Pues bien, desde ayer, y durante 15 días, la Biblioteca Nacional va a exponerlo por primera vez al público; después de casi 700 años. Desde que lo compró la fundación Juan March, en 1960, y lo donó a la Biblioteca, el códice ha estado guardado bajo siete llaves en una cámara acorazada que mantiene una temperatura constante de 21º y una humedad del 45%. Ni cesiones ni apenas estudios en todo este tiempo debido a lo deteriorado que se encuentra el manuscrito.
El códice es, en realidad, una copia del siglo XIV de un original de principios del XIII en la que un copista, un tal Per Abat, compiló un poema épico que llevaba más de medio siglo en boca de los juglares. Se trata de un manuscrito en cuarto de 74 páginas al que le faltan tres hojas, entre ellas la inicial. Está escrito con tinta negra sobre pergamino grueso, quizá de cabra, de una calidad mediocre. El tipo de letra es gótica cursiva en sus 3735 versos. La métrica es irregular, y los versos están divididos por una cesura y agrupados en tiradas de extensión variables de rima asonante.
La Biblioteca Nacional ha decidido exhibirlo en el marco de la exposición Dos españoles en la historia: El Cid y Ramón Menéndez Pidal, con la que se homenajea los 150 años del nacimiento de Ramón Menéndez Pidal, nuestro eminente filólogo e historiador especializado en literatura medieval y gramática histórica. Porque fue Menéndez Pidal uno de los mayores estudiosos del poema castellano, y a él le debemos una monumental edición crítica paleográfica.
Aunque la exposición no se cierra hasta el día 22 de septiembre, el original solo estará expuesto durante 15 días, y en una vitrina especial que reproduce las condiciones ambientales de la cámara en la que se guarda. Luego será sustituido por un facsímil de alta calidad. Se hace por razones de seguridad, por las condiciones desastrosas en que se encuentra el ejemplar, que se deben más al maltrato recibido por parte de estudiosos y editores, sobre todo del siglo XIX, que por los estragos del tiempo. El manuscrito tiene numerosas manchas pardas que dificultan la lectura de algunos pasajes, y que responden al uso de químicos y reactivos que buscaban, precisamente, facilitar la lectura del manuscrito, pero que conllevaron su inevitable degradación. Incluso el propio Menéndez Pidal llegó a utilizar prusiato amarillo de potasa y ácido clorhídrico.
Así que ya sabéis: si andáis en estas fechas por Madrid, no os perdáis esta oportunidad histórica. En cualquier caso, hace unos años que la Biblioteca Nacional digitalizó el Cantar de mio Cid para ponerla al alcance del público, así que podéis acceder a una copia digital en alta definición a través de la la Biblioteca Digital Hispánica.
Fuentes usadas
Biblioteca Nacional, sección de noticias
Poema de Mio Cid, edición crítica de Ian Michael, Castalia, Madrid, 2001