Hechizo de carácter amoroso, tal y como se recoge de Mari González, la Boquineta, famosa hechicera de Villarrubia de los Ojos, de mediados del siglo XVI.
El conjuro de la sal lo hacía en la cocina. Primero se había traído sal y vinagre blanco de casa de tres mujeres casadas o enamoradas y se preparaba una buena lumbre. Luego, pasándose la sal de una mano a otra la iba conjurando por todos los demonios del infierno. Después la mezclaba en una escudilla con el vinagre y los orines de la despechada. Entonces se señalaba, con un palo, los sesenta miembros del galán en una brasa, en la que se hacía un pequeño hoyo al nombrar el corazón. Al final echaba sobre ellas la mezcla de sal, vinagre y orines, y hacía pasar a la interesada por encima mientras decía:
Ven, cabra.
Ha de cabre,
que más vale mi coño
que tu barba.
Otra variedad de este conjuro, utilizado por la hechicera Ana Díaz, de Daimiel, un siglo más tarde, era el siguiente:
Conjúrote, sal y cilantro,
con Barrabás,
con Santanás,
y con el diablo cojuelo,
que puede más.
Y echándolo todo a la lumbre, exclamaba:
No te conjuro por sal y cilantro,
sino por el corazón de fulano.
Así como te has de quemar,
se queme el corazón de fulano
y aquí me le traigas”. […]
Para saber más
Sobre estos casos:
- Javier G. Gallego y Belén Garzás: Daimiel, pueblo de brujas
- Julio Caro Baroja: Vidas mágicas e inquisición.
Muchos más hechizos recogidos de los procesos inquisitoriales:
- Sebastián Cirac Estopañán: Los procesos de hechicerías en la Inquisición de Castilla la Nueva. Tribunales de Toledo y Cuenca.
Excelente entrada, me encanta el tema.