Doña Juana la Loca, de Francisco Pradilla y Ortiz
El fúnebre cortejo que acompañaba a la reina viuda en las frías noches de la estepa castellana. Nunca llegaría a su destino. A ella la encerrarían por loca en Tordesillas hasta su muerte, casi cincuenta años después; Felipe I tendría que esperar todavía muchos años para ser enterrado en la catedral de Granada, como deseaba.