Una finalidad piadosa
Frente a lo que nos pueda parecer hoy día, las escenas grotescas de los cuadros del Bosco tenían una finalidad piadosa. Pintaba para censurar. Esto lo entendió Felipe II, que mandó comprar por eso sus cuadros. Pero ya cien años después de su muerte había gente que no tenía esto muy claro y que en sus cuadros lo único que veía era la obra de un pintor bastante impío. Caro Baroja era de la opinión de que el pintor, en realidad, estaba movido por un espíritu religioso moralizador. Atacaba con sus sátiras, sobre todo, la sensualidad. Y especialmente los pecados producidos por la música y el baile. Todo lo que eran movimientos raros y desenfrenados era diabólico, brujerías, como podemos ver en este dibujo de brujas del Bosco conservado en el Louvre.