Con el castillo de Loket reanudo esta serie de entradas que tenía algo olvidadilla; una fortaleza que lo mismo nos sirve para ambientar cuentos de hadas como historias de terror.
Loket es una localidad muy pintoresca de la Bohemia checa, cerca de la frontera con Alemania. Su casco antiguo se encuentra situado sobre una loma que un pronunciado meandro del río Ohre rodea casi por completo. Desde lo alto, sobre una pared rocosa, el castillo domina el pueblo y los bosques circundantes.
Lo que se ve en la actualidad es un buen ejemplo de castillo gótico centroeuropeo, pero el castillo original, construido en la segunda mitad del siglo XII, se levantó siguiendo el estilo románico. Este castillo primitivo comprendía dos torres, una iglesia y un edificio grande. En ese tiempo ya adquirió renombre como bastión fronterizo del recién nacido reino de Bohemia.
A partir de 1250, el castillo se amplió gradualmente y fue remodelado hasta convertirse en una fortaleza gótica. En esa época fue frecuentado a menudo por la familia real. Era el castillo favorito del emperador Carlos IV, del Sacro Imperio, al que le gustaba pasar en él largas temporadas para descansar y cazar. Y eso a pesar de que, de niño, estuvo confinado en su interior por su propio padre, el rey Juan de Luxemburgo. El pequeño príncipe pasó dos meses encerrado en las bodegas.
En el siglo XV, en el curso de las guerras las guerras husitas, el castillo fue atacado varias veces por los revolucionarios, pero nunca pudieron tomarlo. Sin embargo, la misma dinastía Luxemburgo lo terminó hipotecando cuando se vio falta de dinero. De este modo, el castillo pasó por varias manos a lo largo de más de 100 años, hasta que la propiedad volvió al concejo a principios del XVII.
La fortaleza se tuvo que reconstruir varias veces debido a los incendios y a las marcas de la guerra, y se siguió ampliando durante el Renacimiento. También sufrió los embates de la guerra de los Treinta Años en el siglo siguiente. A principios del siglo XIX, el castillo fue reconvertida prisión, función que mantuvo hasta la Segunda Guerra Mundial, durante la cual se habilitó allí un campo de prisioneros.
En otro de los edificios, los hermanos Haidinger fundaron una fábrica de porcelana en 1805. Más tarde se ubicó un museo en la Casa del Margrave, en 1907. La exposición de porcelana fina está abierta al público y ha sido bastante famosa.
En las décadas finales del XX, se llevó a cabo un importante trabajo de reconstrucción y mantenimiento, y desde 1993 el castillo de Loket ha sido accesible al público durante todo el año. Además de la exposición de porcelana, en las mazmorras hay ubicado un museo de la tortura bastante impresionante.
Fotografías del museo de la tortura. Crédito: Jim Linwood