Siempre que he visitado el Museo Nacional del Prado, me he topado con que El jardín de las delicias, del Bosco, es una obra bastante difícil de admirar con tranquilidad. Se suele apelotonar mucha gente delante del tríptico, sobre todo cuando se acerca un grupo grande, de esos organizados. Supongo que la mejor manera de disfrutar la pintura, sin apreturas ni agobios, sería llegar temprano y, en cuanto abran el museo, ir directamente a su sala, la 056A de la planta baja, para llegar allí el primero. La sala está dedicada en exclusiva al pintor flamenco, y allí también se encuentran otras obras destacadas de el Bosco. Cuadros como La extracción de la piedra de la locura, la Mesa de los pecados capitales, o el tríptico El carro del heno.
El jardín de las delicias, en full-hd, y gratis
Pero hay alternativas para quienes desean contemplar tranquilamente esa obra maestra en todo su esplendor, o no tienen la posibilidad de acercarse a Madrid y aguardar en la cola a la apertura del museo. Hace ya unos cuantos años, se puso en marcha «Obras maestras del Prado en Google Earth», un proyecto pionero que buscaba facilitar el acceso a las grandes obras de la pintura a través de internet. La idea consistía en usar el programa cartográfico de Google para navegar por imágenes de cuadros captadas en super alta definición (Ultra High Definition). El Museo del Prado seleccionó 14 de sus obras más prestigiosas y la empresa española MadPixel se encargó de digitalizarlos en formato gigapíxel (14.000 millones de píxeles). Por último, Google aplicó la tecnología que emplea en las imágenes por satélite para permitir unos zooms espectaculares.
Una de las pinturas seleccionadas fue, precisamente, este cuadro, El jardín de las delicias. Y la verdad es que el resultado es impresionante. No tiene nada que ver con las fotografías de las láminas o libros de arte, no se puede comparar; hay que probarlo para hacerse una idea. Es cierto que tampoco suple la experiencia de ver las tablas en vivo, pero, con Google Earth, se tiene ahora la posibilidad de admirar el cuadro sin tener que desplazarnos al museo. Y, con un zoom tan potente, que permite recrearse en los más mínimos detalles, incluso en aquellos que no se aprecian a simple vista. Se puede ampliar la imagen hasta ver los trazos y pinceladas del maestro holandés como si se mirase con una lupa. Uno puede perderse en el interior del Jardín durante horas, atrapado por cada uno de sus motivos.
Para poder disfrutar de esta experiencia, tan solo hay que instalar en el ordenador el programa que se descarga desde la página oficial de Google Earth. Una vez ejecutado, se busca el museo del Prado, se amplía y se clica encima. Entonces se abre una ventana en la que se oferta la visualización de las 14 obras.
Aunque no es oro todo lo que reluce: esta posibilidad solo existe en la versión del programa para ordenador de sobremesa; no está disponible en la app de Google Earth para móviles y tableta, ni en la nueva versión como extensión de Chrome. Para dispositivos móviles, el museo oferta la navegación por imágenes en gigapíxeles a través de una aplicación de pago realizada por MadPixel con la tecnología de su app matriz Second Canvas. Está a la venta por el módico precio de 3’99 €. En realidad, el Jardín de las delicias se puede encontrar por partida doble, ya que, en el marco de la exposición monográfica de 2016 «El Bosco. La exposición del V centenario», con la que se conmemoraba los 500 años de la muerte del pintor, el museo del Prado lanzó otra aplicación exclusiva en la que se podían apreciar en alta resolución, además del Jardín, otras tres de sus tablas: El carro de heno, la Adoración de los Magos y la Mesa de los pecados capitales. Eso sí, también es una app de pago, a 1’99 €.
Alternativa gratuita para contemplar El jardín de las delicias en el teléfono móvil
De todos modos, hay otra forma de acceder al cuadro en alta definición con dispositivos móviles, sin tener que pagar. La verdad es que es discutible que un museo nacional financiado con dinero público cobre por visualizar cuadros libres de derechos. Pero bueno, con motivo de la efeméride de 2016, contamos con otra alternativa gratuita para admirar El jardín de las delicias: Se trata de un sitio web holandés que ofrece un documental interactivo sobre una imagen en super alta resolución del cuadro. La página se llama The Garden of Earthly Delights by Jheronimus Bosch, an online interactive adventure, y allí no hace falta descargarse nada. Como novedad, frente a la imagen de Google Earth, esta permite cerrar el tríptico para ver el cuadro pintado en la trasera de los paneles.
En este sitio se tiene la opción de revisar la tabla libremente o seguir el tour interactivo con audioguía y textos (en inglés y neerlandés) que explican las distintas escenas y su simbología, y que nos ayudan a comprender lo que era vivir en la Baja Edad Media y la importancia de la religión, la moral y el pecado en la vida cotidiana. Aquí está el enlace a esta maravilla.
El documental se concibió como parte de los homenajes y estudios que se hicieron en 2016 en torno al pintor flamenco con motivo del V centenario de su muerte. Sus autores lo describen como un viaje audiovisual, en el que imagen, música y voz se unen para enriquecer la narración. En realidad, esta aplicación forma parte de un proyecto mayor en el que participan cineastas, fotógrafos e historiadores del arte, un «tríptico» multimedia de tres documentales sobre el autor y sus creaciones llevado a cabo por los holandeses de Pieter van Huystee Film. A esta visita interactiva hay que añadir el documental tradicional Hieronymus Bosch, Touched by the Devil, que revela nuevos descubrimientos sobre toda su obra, y un proyecto de inmersión dentro de El jardín de las delicias mediante realidad virtual, Hieroniyus Bosch, the Eyes of the Owl.
El Bosco, un pintor único y extraordinario
Hieronymus Bosch (también Jeroen o Jerónimo Bosch) murió en 1516, aunque no se sabe la fecha exacta. Había nacido, a mediados del siglo XV, como Jeroen van Aeken, pero adoptó el nombre de su ciudad de nacimiento, Hertogenbosch. Los van Aeken eran una familia acomodada que llevaban varias generaciones dedicándose a la pintura y, con toda probabilidad, el Bosco aprendió el oficio de su abuelo, un destacado miniaturista. Pero las noticias sobre su vida son muy vagas. Se sabe que hacia 1480 se casó con Aleid van de Meervenne, con la que nunca llegó a tener hijos. En cualquier caso, su vida no transciende los límites de su localidad natal. Como Aleid procedía de una rica familia aristocrática, su dote les permitió llevar una vida desahogada. Esa fue, seguramente, la razón por la que Hieronymus solo aceptaba los trabajos en los que estaba interesado, y lo que le dio la libertad para pintar de la manera que él quería.
En cuanto a su vida como pintor, se sabe que, desde 1488, Bosch tenía el grado de maestro. Parece ser que llegó a gozar de cierta fama, y algunas de sus obras colgaban en la catedral de san Juan. El encargo más importante que recibió fue, seguramente, un Juicio Final de grandes dimensiones que ordenó Felipe el Hermoso, duque de Borgoña, en 1504. Hizo algunos trabajos para la cofradía de Nuestra Señora, de la que formaba parte. Era una cofradía de gran prestigio e influencia en la ciudad, muy piadosa, pero que también fomentaba la cultura artística y musical. Entre su documentación encontramos, precisamente, la noticia de la muerte de Hieronymus, quizá debida a una epidemia.
Sin duda, la poderosa personalidad del Bosco lo ha convertido en uno de los artistas más singulares de la historia. Su obra refleja el tiempo que le tocó vivir, una época en la que no ha desaparecido del todo el mundo medieval, pero donde se abre camino el Renacimiento, que trae nuevas ideas y otra forma de ver el mundo. Hieronymus se debate entre la tradición y la renovación.
Como el resto de los primitivos flamencos, está todavía muy ligado al gótico tardío. Utiliza el mismo tipo de perspectiva lineal, reivindica también el paisaje, y coincide con ellos en cuanto a minuciosidad y gusto por el detalle. Se puede apreciar en la representación de objetos preciosos, brillos, ropajes delicados o en el tratamiento de barbas y cabellos. A pesar de todo, su originalidad lo sitúa al margen de cualquier influencia.
Algunas de sus fuentes son refranes propiamente medievales, creencias arraigadas y costumbres de su época, como en El carro del heno, La extracción de la piedra de la locura, o las escenas con las que ilustra la Mesa de los siete pecados capitales. El Bosco gustaba también de las manifestaciones de la cultura popular. Asímismo, en sus obras se pueden encontrar motivos que llevaban mucho tiempo exhibiéndose en las esculturas de monasterios y catedrales, o en las miniaturas que iluminaban los manuscritos.
Por otro lado, a Hieronymus Bosch se le supone un hombre culto que conocía bastante bien la literatura contemporánea. Y en esos años, humanistas de su entorno expresan sus inquietudes sobre religión y el ser humano; Erasmo Róterdam, por ejemplo, escribe su Elogio de la locura, y Sebastian Brant, La nave de los locos. Se trata de un humanismo cristiano que se cuestiona ciertas ideas y comportamientos que se dan en el seno de la Iglesia, pero que todavía no rompe con ella. El Bosco no es ajeno a esta época de confusión religiosa. Es un hombre de hondas convicciones cristianas cercano a la devotio moderna, corriente que propugnaba una espiritualidad individual que mirase a lo concreto, y a un comportamiento y moral basados en la imitación de Cristo en su faceta humana. Probablemente, emitía su propio juicio a través de sus obras.
El Bosco pinta cuadros de un fuerte carácter didáctico y piadoso, ejemplarizantes. Reflejan los vicios del mundo que le rodea, un Flandes enriquecido por la artesanía y el comercio en el que ha cobrado cada vez más importancia la burguesía urbana. Está empeñado en describir las debilidades de un ser humano expuesto constantemente al pecado, y las consecuencias de sucumbir a las trampas del diablo. Porque le escandalizan las frivolidades de la aristocracia y de la burguesía, su excesivo goce de las riquezas mundanas y el abuso de la buena mesa, la relajación de las costumbres del clero, la inmoralidad extendida entre las clases bajas…
Para representar el camino de la perdición humana, el pintor utiliza la vía de lo burlesco y de lo grotesco. Es como si trasladase, a la pintura de los retablos, las criaturas sensuales y grotescas que abundaban en los márgenes de los manuscritos medievales, aquellas que se empleaban como sátiras contra la mala vida. Los colores brillantes que utiliza Hieronymus recuerdan, de hecho, a esas miniaturas que tan bien conocía gracias a su abuelo. El Bosco era un dibujante excepcional que puso su gran técnica al servicio de su imaginación.
¿Se inspiró, el Bosco, en la tradición medieval de expresar con símbolos pensamientos e ideas religiosas, o se valió de ellos para expresar las nuevas corrientes religiosas y profanas?
Conforme avanza su carrera, los temas del Bosco ganan en fantasía y se complican las escenas, aparecen las multitudes. Demostró que, aunque la pintura había evolucionado hacia la representación cada vez más verosímil de la realidad, se le podía dar la vuelta y ofrecer un reflejo de las cosas que nadie había visto nunca. Supo traducir, liberándose de lo real, la angustia y el terror del pecado. El Bosco parece plasmar en sus cuadros los demonios internos de la condición humana. Por eso se le buscan siempre conexiones con el surrealismo: sus cuadros parecen estar a medio camino entre el mundo real y el onírico. Pero eso chocaría de lleno con la visión moralizante de su obra.
Las pinturas de Hieronymus Bosch no dejan a nadie indiferente, y ya en la segunda mitad del siglo XVI, el padre Sigüenza, monje jerónimo de El Escorial, interpretó en sus pinturas una finalidad piadosa. El Bosco pintaba para censurar. Así lo vio también Felipe II, el primer gran coleccionista de sus obras. Es una de las razones por la que está tan bien representado en el Museo del Prado. Se cuenta que, en su lecho de muerte, el rey quiso tener a su lado el tríptico de El jardín de las delicias para poder contemplarlo. Apenas un siglo después, sin embargo, se tenía al pintor por una especie de enfermo erótico y se tachó su obra de lasciva y obscena. Sus figuras raras y extravagantes suponían tan solo el divertimento de un autor poco piadoso. Pasando el tiempo, se perdió paulatinamente el interés en ella hasta el siglo XX. Con la aparición del psicoanálisis y, más tarde, el surrealismo, resurgió la fascinación por el Bosco y se impulsaron los estudios sobre su obra.
El jardín de las delicias llegó al Prado durante la Guerra Civil como medida de protección; con anterioridad, formaba parte del patrimonio artístico del palacio de El Escorial. Durante mucho tiempo, compartió la sala 56 A con otros maestros flamencos excepcionales como Pieter Brueghel El Viejo y Joachim Patinir. Tras el éxito de la exposición conmemorativa del V centenario, y puesto que el museo del Prado posee una de las colecciones más importantes del pintor, se le habilitó una sala exclusiva en la que está expuesta El jardín de las delicias ahora, junto al resto de cuadros del Bosco.
El jardín de las delicias, el cuadro más enigmático del Bosco
Seguramente, El jardín de las delicias terrenales sea la obra más conocida y atrayente de Hieronymus Bosch. Y una de las obras que más análisis e interpretaciones ha suscitado entre los estudiosos del arte. Se trata de un tríptico, óleo sobre tabla, con un panel central de 220 cm × 195 cm y dos laterales de 220 cm × 97 cm (pintadas a ambas caras, como ya dijimos). La mayoría de especialistas datan la obra sobre la última década del siglo XV, cerca del cambio de siglo, y seguramente fue un encargo de la casa de Nassau, muy vinculada con la cofradía de Nuestra Señora, a la que pertenecía pintor. La obra fue confiscada durante las guerra de Flandes y la adquirió, finalmente, el rey Felipe II, que la destinó al monasterio de El Escorial. Se registra con el título de El madroño, tal y como la denominaba el padre Sigüenza.
Se trata de una obra compleja y enigmática; el cuadro es una gran alegoría llena de símbolos y emblemas. El padre Sigüenza se refería a ella como la pintura de El madroño porque le daba una interpretación moral a esta frutilla que aparece en el cuadro. Explica que se trata de una fruta que, en cuanto se empieza a degustar, ya se ha terminado, tal como sucede con los placeres terrenales.
En la actualidad, la interpretación moralista y didáctica sigue siendo la de mayor peso entre los estudiosos. Hyeronimus estaría mostrando, a base de simbolismos y figuras humanas lujuriosas, lo efímero de los placeres terrenales y la eternidad los castigos del infierno.
El paraíso y el infierno bajo la particular mirada del Bosco
Cerrado, el dorso de los paneles representan el tercer día de la creación del mundo. Dios Padre, arriba a la izquierda, preside una escena sin colorido, en grisalla, porque todavía no ha creado el sol.
Contrasta, con la imagen cerrada, la obra abierta. Aquí se nos muestra tres escenas muy coloridas y repletas de construcciones y criaturas extrañas, que van aumentando su presencia de izquierda a derecha. Las tres partes de El jardín de las delicias tienen como denominador común el pecado. En el panel de la izquierda se representa el jardín del Edén y la presentación de Eva a Adán, antes del pecado original. Aunque predomina una sensación de placidez y sosiego, hay algunos elementos que anuncian que algo no va del todo bien. En el plano que hay más atrás, podemos vislumbrar ya a la serpiente, enrollada al árbol del bien y del mal. Y la violencia comienza a desatarse entre algunos animales.
En el panel central, de una gran carga erótica, el Bosco ha pintado ese «jardín de las delicias», que en realidad es el paraíso engañoso de los vicios. Se nos muestra la lujuria a través de numerosas escenas de muchachos y muchachas desnudos, manteniendo relaciones, o practicando diversos juegos eróticos, mientras se mezclan con criaturas salvajes o fantásticas. El ser humano ha perdido la gracia y ha sucumbido al pecado. Aparecen extrañas construcciones y grandes frutas que representan el carácter efímero de la felicidad o el goce de esos placeres pecaminosos. Las aves gigantes también tienen simbología sexual. Por el paisaje, este mundo está unido al paraíso del primer panel; y unido al infierno por los pecados que aparecen reflejados. En eso inciden las figuras que están en la cueva, abajo a la derecha: san Juan bautista señalando a Eva como causa última del pecado, mientras mira directamente a los ojos del espectador.
Frente a esta interpretación tradicional, hay alguna más peregrina como la de Wilhelm Fraenger, que veía en esta tabla central un universo de felicidad representado en tono jovial. Opinaba que el tríptico representaba, en realidad, a los adamitas, un movimiento herético cuyos miembros practicaban sus ritos desnudos y en cavernas, y buscaban un estado perfecto de vida en comunidad basado en el amor platónico.
El panel derecho de El jardín de las delicias nos presenta el infierno. Aparece ese mundo dantesco y demoníaco, una noche sin fin en la que refulgen los incendios en la lejanía. Frente a las representaciones tradicionales del gótico, en el que se hierve o debora a los condenados, aquí se castigan los pecados capitales y los distintos vicios con tormentos derivados de ese mismo pecado: el condenado que defeca monedas bajo el diablo con cabeza de buho hace referencia a la avaricia; el hombre que besa a un cerdo, a la lujuria; a unos personajes desnudos sentados a una mesa se les sirven animales inmundos, en clara referencia a la gula; y una mujer obligada a ver su reflejo en las nalgas de un demonio está purgando su soberbia… Hay multitud de escenas que hacen referencia estos pecados, y también a distintos vicios como el juego.
Llama mucho la atención que, en este infierno, la música y los instrumentos musicales parecen tener un papel importante a la hora de torturar a los pecadores. El Bosco ataca de manera especial la sensualidad y los pecados producidos por la música profana y el baile. Para él, todo lo que supusiese movimientos desenfrenados debía de tener un matiz diabólico. Como las otras dos partes, esta también está llena de detalles que hay que ir descubriendo poco a poco. Si el primer panel significaba el principio, aquí tenemos el fin.
El Bosco hace su crítica moral en este cuadro desde la sátira y la caricatura. Cubre el pesimismo general de la temática con un ligero velo humorístico. Al mismo tiempo, el vivo cromatismo y los elementos fantásticos representados envuelven las tres tablas en una atmósfera onírica. Aunque la apariencia general es caótica, con decenas de escenas sin orden aparente, en realidad, todas giran en torno a grandes estructuras. El Bosco utiliza un punto de vista muy alto, con lo que el horizonte queda muy lejano y se ve mucho paisaje. Esta perspectiva permite presentar las escenas en distintos planos. Se hace hincapié en el movimiento de los personajes y en una representación realista de los mismos. Y destaca, ante todo, la minuciosidad en los detalles, típica de los pintores flamencos de su generación. Hasta el punto de que, en las imágenes en alta resolución se pueden observar minúsculos detalles que no se aprecian a simple vista.
¿Quieres saber más? Aquí te dejo mis fuentes
- GOMBRICH, E. H.: La historia del arte, Phaidon Press Limite, 2008 (16 ed.)
- SIERRA, Javier: La guía secreta del Prado, Planeta, Barcelona, 2013
- VV.AA.: 1000 Pinturas de los grandes maestros, Edimat, 2007
- El jardín de las delicias en el Museo del Prado
- Página web del proyecto «transmedia» de Pieter van Huystee Film
- Artículo de la wikipedia sobre El jardín de las delicias.
Si te gusta el Jardín de las Dalicias, no puedes pasar por alto este juego de puzle con el que entretenerte en esas tardes aburridas en las que no sabes qué hacer. Tan lleno de detalles que es difícil quedarse atascado, cuando lo finalices tendrás tu propio cuadro del Bosco para decorar cualquier pared de tu casa.
Uno podría estar horas contemplando este cuadro. Puedes viajar sin la necesidad de desplazarte.
Pero hay varios cuadros que no son iguales me refiero al jardin de las delicias eso porque?
No sé si te refieres a que se trata de un conjunto de tres cuadros, es un tríptico, o a que, cerrada la tabla, también hay pintada otro cuadro distinto.
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