Nos dice el diccionario de la Real Academia que «draconiana» es
aquella ley o medida excesivamente severa. Y que tal adjetivo procede
del nombre de un legislador ateniense de la época arcaica, Dracón, cuya
severidad se hizo legendaria.
En general, la mayor parte de los especialistas admite la existencia histórica de Dracón. Tanto su figura como su cuerpo legislativo son las más antiguas que se conocen del derecho ateniense, pero no debió de ser el primer legislador de Atenas. Al menos según Aristóteles, que es quien nos cuenta que fue en el año 683 a.C. cuando se instituyó el cargo de tesmóteta, un tipo de arconte con función de registrar y hacer públicas las leyes.
Dracón ejerció su actividad política y legislativa entre el 624 y el 621 a. C.. Como ciudadano que gozaba de la confianza general, se le encargó fijar las leyes de Atenas por escrito. Hasta entonces, el derecho de la polis había sido consuetudinario, basado en la tradición y las costumbres, y transmitido de manera oral. Todo ello había propiciado una manipulación de la justicia por parte de las familias aristocráticas, que la habían subyugado a sus intereses, bastantes alejados del bienestar común de la mayor parte de la ciudadanía.
Pero, conforme la sociedad ateniense se hizo más compleja, estas normas basadas en la tradición se volvieron inútiles; eran necesarias unas fórmulas para organizar las relaciones de propiedad, la toma de decisiones políticas… Había que consignar unas leyes fundamentales que regularan la vida colectiva en términos civiles, familiares y penales. Los habitantes de la ciudad consideraban que la leyes para gobernarse a sí mismo no podían proceder de la tradición, de las divinidades, o de reyes y déspotas. El nomos, la «norma», procedía del interior de la propia polis.
En realidad, es muy posible que las leyes quecodificó Dracón no estuviesen muy alejadas de las prácticas consuetudinarias existentes. Es difícil saber exactamente cuáles fueron sus aportaciones originales y cuales un mero traslado de las normas amparadas, hasta entonces, por la tradición. Solo se le puede atribuir con seguridad toda la labor dedicada a regular los delitos de homicidio. Su principal objetivo era poner fin a las venganzas familiares de sangre, y someter tales casos a la administración de la justicia ciudadana. Entre sus medidas, estaba, por ejemplo, la nueva legislación sobre el homicidio involuntario.
Como consignó por escrito la ley del homicidio, con el paso de los siglos, los atenienses lo asociaron estrictamente con los crímenes de sangre. Al final, la única memoria que quedaba de él, en época clásica, era la dureza de sus leyes, que castigaban delitos leves con la pena de muerte. Eso hizo que surgiese una tradición hostil hacia su figura, acentuada por Démades, un político ateniense del siglo IV a.C., al expresar que sus leyes «no estaban escritas con tinta, sino con sangre».
En época romana persistía esta visión, y autores como Plutarco o
Pausanias lo seguían haciendo responsable de una legislación
extremadamente severa, y hasta cruel. El primero afirmaba que su código
era tan riguroso que cualquier clase de delito podía llegar a castigarse
con la pena de muerte, y que incluso los condenados por ociosidad eran
ejecutados. Así, quien robaba una fruta recibía el mismo castigo que
quien cometía sacrilegio o asesinato. Pausanias va incluso más allá y
nos cuenta que, cuando Dracón escribió leyes relativas al asesinato para
los atenienses, impuso también el destierro a los objetos inanimados
que, al caer, matasen a un hombre.
Fuentes
-HAYNES, N.: Una guía de la Antigüedad para la vida moderna: Historias de una Antigüedad desconocida, Crítica, 2011
-MENÉNDEZ VÁRELA: J.L.: «La figura de Dragón en el debate sobre el origen del Estado Ateniense», en POLIS, revista de ideas y formas políticas de la Antigüedad Clásica, nº 13, 2001
-RUIZA, M., FERNÁNDEZ, T. y TAMARO, E. :»Biografia de Dracón», en Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea, Barcelona, 2004 Recuperado de https://www.biografiasyvidas.com/biografia/d/dracon.htm