Consejos al poeta, de Federico García Lorca.
- El poeta no debe usar ningún manto para abrigar las carnes ajenas; (antes al contrario), debe dejar las cosas expuestas al frío y al calor.
- A veces las malas hierbas crean una flor de perfume desmelenado (permaneciendo otros ante el mundo de las simientes).
- Rompe la silla que preside el juego del quítate tú para que me ponga yo.
- En el delirio errante del anochecer, cuando todas las gentes suspiran y al bosque le duele la frente a fuerza de pájaros, para rápidamente la maquinaria de tu corazón y haz ejercicios gimnásticos con la gran barca dorada del poniente.
- No expliques absolutamente nada ni te ruborices nunca de tu idéntico temblor ante la mariposa y el hipopótamos.
- Donde se alza la rosa hermética de la encrucijada, allí debes cantar tu canto (vertical y firme).
- Aprende del surtidor que estremece misteriosamente los jardines nocturnos nadie sabe cuándo llora o ríen, cuándo empieza ni cuándo acaba.
- Debes llenar de nubes tus poemas para que alguna vez lluevan sobre ellos y no se sequen demasiado.
- Entre un poema y un árbol hay la misma diferencia que entre un río y una mirada.
- No olvides nunca, para tu mejor gobierno, que la rana critica durísimamente el vuelo delirante de la golondrina.
- Tan misteriosa es la forma y el sonido de una palabra (como) su significado real.
- Dentro de la palabra estrellas están todos los cielos nocturnos que han sido y que serán.
- Antes de acostarte no te olvides de rezar, en medio de la mayor alegría y asombro, la oración del Padrenuestro.
- Los libros de los eruditos. ¡He ahí los libros de los poetas!
- Tu ración de vino y de estrellas (en el norte). Tu ración de pan y lluvia (en el sur).
- Si suspiras frente al mar, estarás perdido irremisiblemente.
- Ni pompa de jabón, ni bala de plomo. El verdadero poema debe ser invisible.