Conocido primero como «el mayor de los Machado» a Manuel nos lo vendieron, con la llegada de la democracia y el auge de la EGB, como «el hermano de Antonio Machado». El pecado de su adhesión al Régimen lo condenó al olvido. A veces he pensado que se ha ensalzado la figura de su hermano buscando el detrimento de la suya. Aunque, él mismo, se definía como «semipoeta» por comparación de su obra con la de Antonio.
Sin embargo, nadie lo puede negar como figura principal del modernismo español. Ni que, con su dominio del verso popular, de la copla, del folclore, fue precursor de muchos poetas de la generación posterior.
Yo lo considero un gran poeta. Y tardé mucho en conocerlo. En conocerlo de verdad, no aquella pequeña y fragmentaria dosis que me endosaron en mi infancia, que apenas salía del «polvo, sudor y lágrimas».
Reconozco mi debilidad por los Machado; he buscado su poesía siempre que he he necesitado una dosis de melancolía. Y Manuel me ganó con ese decadentismo tan particular de sus comienzos y, después, con la original poesía que inició con El mal poema y que condujo a Ars Moriendi, una poesía crítica y autodestructiva: «Que la vida se tome la pena de matarme, ya que yo no me tomo la pena de vivir».
Ars moriendi
I
Morir es… Una flor hay, en el sueño
—que, al despertar, no está ya en nuestras manos—,
de aromas y colores imposibles…
Y un día sin aurora la cortamos.II
Dichoso es el que olvida
el porqué del viaje
y, en la estrella, en la flor, en el celaje,
deja su alma prendida.III
Y yo había dicho:«¡Vive!»
Es decir: ama y besa,
escucha, mira, toca,
embriágatey sueña…
Y ahora suspiro: «¡Muérete!»
Es decir: calla, ciega,
abstente, para, olvida,
resígnate…y espera.IV
Era un agua que se secó,
un aroma que se esfumó,
una lumbre que se apagó…
Y ya es sólo la aridez,
la insipidez,
la hez…V
La Vida se aparece como un sueño
en nuestra infancia… Luego despertamos
a verla, y caminamos
el encanto buscándole risueño
que primero soñamos;
… y, como no lo hallamos,
buscándolo seguimos,
hasta que para siempre nos dormimos.VI
¡Y Ella viene siempre! Desde que nacemos,
su paso, lejano o próximo, huella
el mismo sendero por donde corremos
hasta dar con Ella.VII
Lleno estoy de sospechas de verdades
que no me sirven ya para la vida,
pero que me preparan dulcemente
a bien morir…VIII
Mi pensamiento, como un sol ardiente,
ha cegado mi espíritu y secado
mi corazón …IX
El cuerpo joven, pero el alma helada,
sé que voy a morir, porque no amo
ya nada.Manuel Machado, 1922
El «arte de morir» es patetismo y desengaño en Manuel Machado, que parece cargar con un hastío vital llevado al extremo en este poema. Vivir es morir. Elementos de la poesía simbolista o modernista, como la flor, el agua, el alma, los sueños las sensaciones (aromas, sabores, sustantivos y adjetivos que aluden a la vista y al tacto), chocan bruscamente con un «feísmo» que ya había usado en El mal poema, y con un hondo pesimismo. Hedonismo y estoicismo que provocan violentos contrastes. Manuel Machado acentúa ese efecto con antítesis y paralelismos, y con el empleo de una métrica que alterna arte mayor y menor para imprimir, según interese, un ritmo vertiginoso de versos muy breves e incisivos, o una lenta y rítmica cadencia de endecasílavos que invitan a la resignación.
Poema íntimo y muy personal que, en ocasiones, sintoniza muy bien con mi estado de ánimo, y que solo puedo contar entre mis favoritos del siglo XX.
Comparto tu gusto por los Machado.
Yo también los conozco más allá de esos versos ke nos obligaban en los institutos.
Vale la pena descubrirlos desde otra perspectiva y adentrarse en su poesía.
Un beso.
Olga.
Yo me estuve introduciendo hace poco en la prosa de Antonio, la de los «apócrifos», y me llevé unas sorpresas muy agradables