El steampunk (punk de vapor) es un subgénero de la fantasía y la ciencia-ficción que surgió como alternativa al cyberpunk, esa corriente que en los años ochenta mezcló la alta tecnología con la vida de los bajos fondos.
El término lo acuñó en 1987 el escritor K. W. Jeter para referirse a aquellas obras que sitúan su acción en mundos con ambientación de corte decimonónico donde el vapor es la fuente de energía predominante y abundan los inventos tecnológicos ficticios. El steampunk se refiere a un tiempo que nunca fue, a aquel futuro lleno de locomotoras, dirigibles y protosubmarinos con el que fantasearon Julio Verne y H. G. Wells a finales del siglo XIX: realidades supuestas en las que la civilización ha tomado un camino científico diferente al actual.
Los primeros relatos de este género fueron novelas negras ambientadas en la «era del carbón y vapor», la era victoriana propia de los cuentos de Charles Dickens, libros situados en un siglo XIX fantástico caracterizado por la creencia a ultranza de la ciencia y el método científico.
Con posterioridad, a esta era victoriana de ciencia-ficción se le introdujeron nuevos elementos, como excéntricas máquinas de vapor, complicados trabajos de artesanía mecánica, autómatas propulsados de las más exóticas formas y dotados de inteligencia… lo que convirtieron a este subgénero en un mundo donde lo barroco, alocado y grotesco convive con las fábricas, las mansiones de los burgueses, los puertos comerciales o los movimientos obreros.
Más tarde también apareció el steampunk fantasía, donde la magia cobraba tanta importancia como la ciencia. Un mundo de hadas con aires steampunk mezclaría los elementos típicos de la fantasía medieval, la espada y brujería, con máquinas de vapor y armas de fuego.
Algunas de las novelas más representativas del steampunk son Las puertas de Anubis, de Tim Powers, La Materia Oscura, de Philip Pullman, The Warlord of the Air de Michael Moorcock, Lord Kelvin’s Machine de James P. Blaylock y The difference engine de William Gibson y Bruce Sterling.
Pero lejos de ser sólo un subgénero literario de ciencia-ficción, el steampunk se ha trasladado al mundo del cine y la animación, con películas como Wild Wild West, La ciudad de los niños perdidos, Rocketeer, La brújula dorada, El castillo ambulante, Número 9… al mundo del cómic, como en Hellboy o en La liga de los Hombres extraordinarios; al mundo del videojuego, como vemos en las sagas Final Fantasy o Mist; y a ambientaciones de juegos de rol como Reinos de Hierro y Victoriana. Incluso han surgido, en los últimos tiempos, asociaciones steampunk, con gente que se reúne para mostrar los atuendos que ellos mismos se han fabricado, o sus últimos inventos. También han aparecido grupos musicales que guardan esta estética tanto en el fondo de sus composiciones como en la forma de presentarlas.