Sátira del suicidio romántico y Sátira del suicidio romántico por amor, dos cuadros que me impresionaban mucho cada vez que los veía en los manuales cuando tenía que estudiar la literatura del Romanticismo.
Aunque es uno de los artistas más importantes del Romanticismo español, Leonardo Alenza sigue siendo bastante desconocido. Introvertido, enfermizo, bohemio y pobre, este pintor tuvo, además, una muerte temprana de tuberculosis, lo que le dio cierto halo de artista maldito. Alenza fue un buen observador de la sociedad que lo rodeaba y destacó, sobre todo, en la pintura de cuadros costumbristas. Alejado del Romanticismo oficial, sabía dotar a sus cuadros de cierta ironía y humor que mostraban su peculiar visión de la realidad.
Precisamente es al movimiento romántico al que parece satirizar en estos dos cuadritos conservados en el Museo del Romanticismo. Pero no hemos de caer en un error: la personalidad de Alenza fue romántica y así fue definido en su tiempo. Con estas dos obras lo que hace, más bien, es criticar los los excesos de muchos que, sin comprender realmente este movimiento, lo llevaron al límite o se quedaron en lo meramente externo. Un Romanticismo más fingido que sentido, que ponía el acento en lo más trágico y dramático antes que en el ansia de libertad a todos los niveles, en el conflicto del yo frente al mundo en el que le ha tocado vivir.
¡Los románticos!
Estos dos cuadros los presentó Leonardo Alenza dentro de una serie de seis «caprichos» en la exposición de la Academia de San Mateo de 1839. La pareja fue conocida como «¡Los románticos». Más adelante fueron denominados como «suicidios».
En efecto, el tema de los dos cuadros es el suicidio romántico, el trágico e inevitable final al que llega el individuo cuando su «yo» exaltado choca de bruces contra la realidad. Pero aquí se trata de meras sátiras. Sí, la noche, los cielos crepusculares y los espacios son puramente románticos: el cementerio y la peña escarpada y agreste. Pero los personajes están pintados con rasgos caricaturescos. Un doble suicida que se lanza al vacío y se va a clavar un puñal al mismo tiempo, y dos amantes ancianos, de rasgos casi cadavéricos, que rozan ya lo grotesco. En ambos cuadros, los personajes están rodeados de objetos simbólicos, bodegones macabros que critican los excesos románticos, que han convertido el movimiento en una moda.
Los dos cuadros están construidos con pinceladas sueltas, rápidas y largas que los dotan de gran expresividad y refuerzan su carácter trágico. La influencia del estilo pictórico de Goya es innegable. La oscuridad envuelve ambas escenas, y en los dos casos, la composición se cimenta en el contraste entre las grandes manchas blancas centrales y los elementos que las rodean. En un caso, se resalta el patetismo de la imagen del doble suicida, que resalta con el blanco de su camisa frente a los pardos del paisaje agreste y el cielo crepuscular. En el otro, la mirada nos lleva a la anciana de aspecto fantasmagórico y mirada perdida que preside la escena, vestida de blanco como una jovencita, que hasta está peinada con tirabuzones.
Referencias
http://museoromanticismo.mcu.es/web/archivos/documentos/piezames_diciembre_2013.pdf
HISTORIA UNIVERSAL DEL ARTE, Tomo 9, Espasa Calpe, 2000